Crónica en el Día Internacional de la Mujer

“La lucha sigue”
Llegó el 8 de marzo y con él, todas las manifestaciones a lo largo del país por el Día Internacional de la Mujer. Escuelas, colectivas y organizaciones participaron en conversatorios, protestas virtuales u otras movilizaciones en las calles. Sin embargo, la gran protagonista en México fue la marcha anual que se llevó a cabo en la CDMX.
La del #8M2023 fue mi cuarta participación en la marcha desde que decidí formar parte de la lucha feminista en México, y a pesar de que llevo 4 años asistiendo, cada una me ha dejado una experiencia diferente y ésta, no fue la excepción.
Los sentimientos que se viven a lo largo del recorrido son varios, y en un país como México, con altos índices de violencia contra mujeres, las principales consignas giraron en torno a recordar y conmemorar, con impotencia y tristeza, a las víctimas que la violencia de género ha dejado.
A pesar de esto, la unidad y perseverancia están a flor de piel. Ver a miles de mujeres y niñas tras el mismo objetivo, creando un sentido de comunidad como ningún otro, es una de las experiencias más poderosas que he tenido el privilegio de vivir y de ser parte. La inspiración que la presencia de mujeres provenientes de diferentes entornos y contextos del país, quienes a su modo eligen cómo participar en la protesta, es gigantesca. Científicas, doctoras, maestras, bailarinas, trabajadoras y madres acompañadas por sus hijos, no importa su perfil, todas estamos unidas por una misma causa, es algo histórico.
Terminado el recorrido en la explanada del Zócalo y al emprender el camino de regreso, mis amigas y yo tuvimos el privilegio de encontrarnos con el señor Luis Castillo, papá de Esmeralda Castillo, desaparecida en Ciudad Juárez en el 2009. Don Luis ha salido a protestar año tras año por la desaparición de su hija y por la falta de respuesta de las autoridades. Por su incansable lucha y el respeto que tiene por la manifestación de las mujeres, es considerado un ícono de la lucha feminista de México, su sola presencia conmueve hasta las lágrimas.
A lo largo de estos años, he escuchado la creencia generalizada de los posibles riesgos de participar en una manifestación masiva como esta pero, como mujer, puedo afirmar que estar en la marcha es de las pocas ocasiones en las que me he sentido tan segura en las calles, rodeada de otras mujeres que comparten los mismos ideales y que responderían por mí en caso de cualquier eventualidad, porque nos cuidamos unas a las otras.
Como cada año, después de horas bajo el sol, cansancio y agotamiento emocional, quedan claras algunas cosas: la lucha no va a parar hasta que cada mujer y niña del país se sienta segura y tenga la garantía de una vida y entorno digno, la lucha no va a parar hasta que las autoridades y el gobierno den las respuestas necesarias, y esto implica protestar e incomodar hasta que seamos escuchadas.
Yo, como todas las mujeres, quiero una vida segura y libre de cualquier tipo de violencia, donde el entorno permita desarrollarnos y cumplir nuestros sueños sin miedo a ser las próximas que no podamos contar nuestra historia. Hasta entonces, la lucha sigue.

